Seminario gratuito de fotografía 'Desnudo y Glamour'


Desnudos:   ¿ Arte o Glamour?

 

-el desnudo en fotografía-

 

 

El mayor valor de la fotografía reside en que retiene el tiempo, el momento fugaz y su presencia.  La fotografía crea instantáneas, imágenes que siendo efímeras, vuelve perennes, indisolutas.  Este valor se ve incrementado cuando el sujeto es el ser humano, criatura por todo frágil, a merced de ese tiempo siempre en fuga que todo lo envuelve y todo lo altera:  sentimientos, emociones, cuerpos, luz y sombra.

 

Ahí ha estado la lucha del hombre desde el inicio de los tiempos:  grabados, pinturas primitivas, monumentos, relieves, esculturas, máscaras, tumbas, arcilla y piedra antes, ahora emulsiones gelatinosas y soportes digitales, el fin sigue siendo el mismo:  retener el instante, apresar lo intangible:  belleza,  idea,  tiempo.  La lentitud y la prisa, el ser humano al vaivén de su oleaje sin fin ni principio. La fotografía como muleta de la memoria e intuición del futuro posible o no.

 

El tiempo en el cuerpo. El tiempo en el arte.  Partimos de la base de que las artes directamente pictóricas y plásticas -dibujo, pintura, escultura y fotografía- no deberían, antes que nada, ser explicadas puesto que son completas en sí mismas y su expresión y contenido nos llega a través del sentido inmediato de la vista, vale la pena, sin embargo, intentar delinear unas pautas a la hora de la apreciación fotográfica en sus distintas vertientes, en este caso en concreto, la fotografía del cuerpo desnudo.

 

Entendemos por foto de glamour, aquella en que se exalta la sensualidad de la/el modelo en detrimento de otras expresiones corporales más complejas y psicológicas -que serían las que entran en juego en la fotografía denominada artística (de desnudos) y que encontramos generalmente en libros muy caros y bien encuadernados y en galerías de arte-.

 

Por supuesto ninguna división -y menos en cualquier campo donde la creatividad individual sea lo primordial- es definitiva y objetiva.  Sin embargo hay unos ciertos elementos, matices, formas, prioridades y sensaciones en la fotografía, más o menos aceptados por todos, que son los que ayudan a delimitar, definir y catalogar una obra en particular -aunque un desnudo artístico pueda ser glamoroso y una foto de revista pueda ser muy artística-.

 

Mi intención en fotografía no es la innovación, sino presentar lo más fiel posible, una idea, una imagen, una visión de lo que en nuestra cultura occidental hemos aceptado como el espectro que abarca la belleza femenina, a caballo entre la foto puramente artística., por lo tanto, más conceptual, más parcial en cuanto al cuerpo y excesiva (radical) en cuanto al tratamiento de la luz, y la foto glamorosa, que es aquella que nos enciende al primer impacto los sentidos y nos predispone a la sensualidad e incluso a la sexualidad ante una imagen de una cierta belleza o espíritu de belleza que nos conmueve, agrada y exalta. Las fotos de este artículo forman parte de este punto medio, aunque con claras tendencias a la fotografía del primer grupo.

 

Yo no comulgo con aquellos fotógrafos que defienden el desnudo como natural.  Nada más lejos de la realidad.  El desnudo es el límite del ser, de acuerdo. Sin embargo, la visión de un cuerpo desnudo sería antropológicamente natural sólo para un individuo totalmente ajeno a nuestra sociedad occidental.  Y es precisamente esta falta de naturalidad la que lo hace atractivo y complejo tanto para el fotógrafo como para el observador, razones todas ellas directamente contrarias a los enfoques naturalistas del desnudo.

 

El desnudo femenino es la más vieja de las profesiones, por lo tanto, del arte.  El cuerpo sin ropas ha sido siempre culto de las más distintas y variadas culturas a lo largo de los siglos y de toda la geografía del planeta. También cambia lo que se considera bello, sus dimensiones, su proporción, el nivel de desnudez, las partes que representan el contenido erótico del cuerpo y más importante que todo, cambian los observadores del arte y sus representaciones tanto o más como los hacedores de esas imágenes.

 

En el siglo XXI, en la sociedad occidental y económicamente desarrollada, el peso de tabúes y  limitaciones morales ha disminuido considerablemente (menos tal vez en Estados Unidos, país por excelencia con doble moral:  la pública y la privada), lo que abre un sin fin de posibilidades expresivas en la fotografía de glamour y de desnudos. Sin embargo, el exceso de libertad puede llegar a ser asimismo una brida a la hora de tomar y crear imágenes del cuerpo. 

 

En la fotografía del desnudo tenemos dos tendencias claras en el tratamiento del cuerpo que hará que nuestras fotos pertenezcan más a la sala de exposiciones o por el contrario, a la revista de glamour y al póster o pin up.

Los elementos definitorios serán:  la luz -su uso ya radical, o temperado- (y la sombra), los complementos, la pose de las modelos (disposición física del cuerpo en un plano y atmósfera) y el entorno o fondo. A mayor austeridad de medios (filtrajes, color, complementos, mensajes en la expresión) y mayor peso de la idea por encima de la belleza netamente sensual, más neutra resulta la foto y por ello, más conceptual y artística -de aquí el extensivo uso del blanco y negro en la fotografía de galería, dado que ayuda a enfriar el glamour o la sensualidad de un cuerpo femenino desnudo-.

Por su parte, a mayor uso de elementos complementarios, maquillajes que enfaticen un sentido u otro de la expresión facial, así como el parcial uso de ropa y lencería, más intencionada resulta la imagen, más reconocible, cotidiano, real y palpable se nos antoja el cuerpo fotografiado.

 

La modelo es, invariablemente, parte intrínseca en este proceso expresivo.  Hay mujeres  que son capaces de adecuar su expresión corporal y facial a muy distintos registros que pueden ir desde la inocencia y la neutralidad de una estatua hasta la sensualidad y la sexualidad de una chica de portada o desplegable. La fotografía de galería suele sacrificar mucho más a la modelo, sus rasgos, físico, sus posibilidades sensuales, incluso su belleza natural -aunque muchas de las fotos prefieran reflejar dicha belleza, como es en el caso de las imágenes que acompañan este texto-.  La  foto de glamour se nutre precisamente de resaltar a través de distintos medios esa belleza y proyección sensual de la modelo, así como ocurre en los reportajes para books de modelaje, cuya máxima se reduciría a:  la modelo, primero; siendo en la foto de galería:  la idea, primero.  la intención, primero.  la luz, primero.  Por ejemplo,  una foto para un desplegable o book no permitirá nunca sombras marcadas en el rostro, o por el contrario, excesos de luz que desdibujan la cara o el cuerpo como ocurre en varias de las fotos aquí reproducidas.

 

El cuerpo es el mismo, por supuesto y un cuerpo particularmente voluptuoso de formas, tendrá obligatoriamente mayor tendencia a una expresión sensual y sexual que a una feminidad más neutra.  Por lo mismo, el cuerpo de una chica más delgada, o más musculosa y fibrada, será más fácilmente moldeable a la imagen tal vez más fría que se pueda buscar en la foto conceptual y por su parte, más difícil de transmitir un mensaje de pura sensualidad sobre la arena de una playa, con un bikini y un tirante caído.

 

Los ojos son el espejo del alma, sin embargo.  Nada más cierto que en fotografía.  Y esos ojos, aunque en la fotografía de desnudo comparten para el observador y el fotógrafo, protagonismo con otras partes del cuerpo y con el propio cuerpo como conjunto y entidad, serán también grandes responsables del espíritu de la foto, por lo tanto, de las sensaciones y pensamientos del público que la mire. La mirada (si hay mirada) es a la foto lo que la melodía a una pieza musical:  el mensaje.  El resto de la cara, cuello, cabello, es como la armonía que sostiene a la melodía en una cadencia:  arquitectura y armazón.

 

Hay rasgos específicos del cuerpo y la cara que ayudan también a determinar la sensación final que provocará nuestra imagen en los demás.  Los estereotipos existen, aunque pueden ser flexibles. Podemos moldearlos y extenderlos.  Por ejemplo, si queremos tomar una foto de una mujer vestida a modo de Madona ambientada en el siglo XVI, nos servirá mucho mejor una mujer de cabello largo y liso, cara oval, rasgos suaves, facciones medidas, labios delgados, que una chica de pelo corto, grandes ojos intensos, labios muy carnosos y dibujados y pómulos pronunciados.  Por supuesto que la foto más original estaría en usar a la segunda modelo, sin embargo, en el inconsciente cultural colectivo será la primera la que identificaremos de inmediato y encajará en la cronología histórica de nuestro conocimiento.  Lo segundo será más creativo, tal vez, pero también anacrónico, especialmente si nuestra intención era reproducir una foto con ambiente histórico.  Si se presta atención veréis que lo mismo ocurre en el cine. Actores y actrices no pueden escapar de su físico -aunque puede modificarse con distintos recursos-. Un actor, una actriz, es siempre un personaje.  La modelo, también.  Sólo que a veces el personaje es ella misma.  A veces no.

 

En conclusión, debemos tener en cuenta que, aunque toda división es arbitraria, es inevitable que nuestras fotos serán apreciadas bajo un prisma común que es el bagaje acumulado en nuestra cultura y sociedad  y que nosotros como fotógrafos somos los que decidiremos, como en el caso de la luz, la dominante y el sentido de dicha foto, dejándole al observador el margen necesario para que la instantánea sea una experiencia individual para cada uno, con sus propias evocaciones y predisposición.  Ser originales no es tarea fácil tampoco y menos en la fotografía del cuerpo humano, donde no hay prácticamente nada nuevo que inventar.  Tal vez, antes que el aspecto meramente distintivo, debemos preocuparnos por la calidad de las imágenes y la sinceridad con nosotros mismos al plasmarlas en una foto. El talento -o su ausencia-, así como el trabajo constante, la intuición creativa –otro disfraz del conocimiento aplicado- y la búsqueda, harán lo demás.

 

 

 

 

F2.8, 1/250 seg., ISO 3.200, sin flash, b/n:                             una sola fuente de luz lateral de tungsteno para acentuar no sólo el contorno del cuerpo sino sus dos distintas secciones:  rostro, hombro, pecho, mano, hombro, en el primer plano y alejándose hacia el punto de fuga, caderas, muslos y piernas. El efecto de fuga creado por la diagonal del cuerpo, se ve enfatizado al posicionar la cámara detrás de la modelo.

F5.6, 1/125 seg., ISO 100, sin flash, color:                         un solo spot de tungsteno situado en primer plano frontal-lateral. Luz directa lateral para acentuar los pliegues del velo así como los rasgos del rostro en el primer plano, el pecho en segundo, y más brumoso el resto del cuerpo que se aleja en una proyección sinuosa en forma de ‘ S ‘.

F2.8, 1/50 seg., IS0 100, sin flash, color:                    caja de luz colocada detrás de las modelos y la mampara de papel.  Efecto de fácil ejecución que puede servir de ensayo para cuando tengamos que trabajar el contraluz duro en el exterior.  El efecto de la silueta es elegante, sensual y muy sugerente. El tono anaranjado le da calidez a la imagen.

F4.0, 1/115 seg., ISO 100, sin flash:                      un solo spot direccional.  Uso del velo para dar opacidad a un lado del cuerpo mientras el foco de luz dura y dirigida da relieve a la silueta del cuerpo haciéndola más esbelta y sinuosa.  El brazo extendido dirige, centra y frena nuestra mirada hacia la luz, que es la que moldea el borde del cuerpo. El detalle del mechón de cabello en el brazo sugiere espontaneidad y exquisitez velada.

F1.7, 1/50 seg., ISO 100, sin flash, color:                         dos fuentes de luz:  un spot direccional a la derecha y un reflector blanco  alejado para ofrecer una luz muy suave y difusa, a la izquierda.  La mayor relevancia de esta foto reside en el posicionamiento de la cámara:  por encima del hombro de la modelo, de atrás a delante y no a la inversa.  El fondo totalmente oscurecido le da a la pose mayor elegancia y plasticidad. La mirada lejana y el color rosáceo le dan un aire clásico y atemporal. La lencería dibujada por la luz, la bañan en una suave pero intensa sensualidad

F1.7, 1/100 seg., ISO 100, sin flash, color:                         un spot de tungsteno situado aprox. a 70 cm del suelo, lateral izquierdo.  la luz es dura y golpea directamente el rostro y pecho de la modelo.  Una vez más el resto del cuerpo se desdibuja (piernas, manos) a favor de la forma de la cara y de los senos, que obtienen mayor peso y volumen por la aparente fragilidad de la pose en que la modelo se sostiene.  Finalmente convertimos la imagen a negativo (colores complementarios) para darle mayor sensualidad y abstracción a través del sugerente binomio azul-blanco.

 

F4.0, 1/50 seg, ISO 100, sin flash, b/n:                             spot de tungsteno situado dierctamente sobre la modelo, ligeramente inclinado, así evitamos sombras sobre las piernas y su borde interior se dibuja más suave, logrando también un efecto de fluorescencia que se suma a lo elegente de unos trazos lineales, como si de un esbozo se tratase.  La imagen resultante es cálida, táctil, abstracta por el contorno oscurecido, pero perfectamente reconocible, así como mágica por el modo en que se pierde el resto del cuerpo en la oscuridad.  De una cierta distancia el efecto abstracto se intensifica, pudiendo ser la imagen un pétalo, una llama, una flor.

F.4.0, 1/50 seg, ISO 100, sin flash, sepia:                la iluminación la da un spot de tungsteno situado a ras del suelo, a la altura de los pies. Nótese que a pesar de que la modelo está acostada en el suelo, la toma está ladeada para darle mayor fuerza al cuerpo, arqueándolo y distanciándolo de una toma más pasiva. Las sombras hacen al cuerpo más esbelto y le otrogan mayor dramatismo, que junto a la pose de la modelo y el tono sepia nos trae reminiscencias de la iluminación de los cuadros de la pasión en plena época barroca y su claro-oscuro. El cuerpo es sólido, la luz y la sombra, equilibrados.

F1.7, 1/100 seg, ISO 100, sin flash, color:                         luz natural lateral.  Obsérvese la textura que adquiere el cuerpo con la luz blanca, intensa, pareciendo estar hechos del mismo material.  La luz proveniente de la puerta (no ventana) ayuda a crear unas sombras muy suaves que dibujan la parte derecha del cuerpo en la imagen, así como la pelvis, acentuando el efecto de la luz.  El color pálido y natural que adquiere la modelo, marmóreo y nacarado, ayuda a sugerir una imagen extremadamnente sensual y limpia al mismo tiempo, como si se tratase de una estatua viva.

F1.7, 1/100 seg, ISO 100, sin flash, color:                         los recursos e iluminación son los mismos que la anterior toma, en este caso se ha buscado mayor contraste entre el cuerpo y la luz evanescente que lo envuelve.  El plano de la cámara se ha alterado para crear una diagonal exacata que, junto al efecto de las sombras, alarga el cuerpo haciéndolo más elástico y abstracto.  Abstracción que contrasta con la dulzura en la expresión del rostro, así como la suavidad del color.

F1.7, 1/100 seg, ISO 100, sin flash, b/n:                             luz natural lateral, fondo blanco, b/n trabajado en su gamma clara de grises para, junto con la luz de fondo y la pose de la modelo ayudar a amalgamar los tres elementos visuales dando como resultado una imagen extremadamente suave y delicada. Préstese también atención a la mano tras la nuca que contiene el resto del cuerpo y ayuda a delimitarlo en el propio gesto. El gesto es dulce, pero es también la resistencia del cuerpo al dominio de la luz.

F2.4, 1/100 seg, ISO 100, sin flash, color:                         luz natural a espaldas de la modelo.  Aquí tenemos otro ejemplo de contraluz aplicado ya en la toma de la mampara, sin embargo el resultado es bien distinto.  Esto de debe a la mayor presencia de luz ambiente que al trabajar con un velo ha permitido mayor traslucidez, haciendo a la modelo y su expresión corpórea parcialmente visible, no es por tanto, sólo una silueta, sino un cuerpo.  Una vez más el uso extremo de la luz así como del blanco y los tonos rosáceos y pastel cumplen a la perfección el binomio sensualidad-pureza.

F2.8, 1/100, ISO 100, sin flash, b/n:                        luz cenital que resalta y delínea los contornos. La posición de las manos atrás en recogimiento compensa la sexualidad casi inevitable de una toma desde este ángulo. el plano horizontal se ha vuelto a inclinar para restarle rigidez y linealidad. Se ha creado el efecto de spot y luz direccional digitalmente, que centra aún más nuestra atención en la modelo y la situa en  un escenario o pasarela imaginaria, añadiéndole un toque voyeurista a la imagen.

F1.7, 1/215 seg, ISO 100, sin flash, filtraje azul:       caja de luz situada un poco elevada en el lateral derecho en diagonal. En este caso se ha dejado que la luz invada y desdibuje por completo la parte frontal del cuerpo a favor de las sombras que resiguen la parte de atrás.  Fíjense en el triángulo que forma el brazo con la pierna y el torso, dándole abstracción geométrica a la imagen. La mano asiendo el pié le da presencia viva al cuerpo. El fitro azul en conjunción con el blanco una vez más enfría y da elegancia a la toma.

F1.7, 1/215, ISO 100, sin flash, sepia:    caja de luz un poco elevada en el lateral derecho en diagonal.  Lo primero que llama la atención de esta foto es la disposición del cuerpo, la pierna en diagonal en primer término nos invita a recorrer el cuerpo discurriendo hasta la expresión suave y alejada del rostro.  El claro-oscuro lo hace más interesante a la vista otorgando mayor solidez a las curvas de la figura femenina, ayudado por una zona central de luz que no contiene nada y que el cuerpo enmarca.

F5.6, 1/250 seg, ISO 3,200, sin flash, b/n:                             luz lateral ligeramente elevada al plano de la modelo.  El primer plano requiere de un cuidado especial en las sombras, dado que en el rostro no tienen el mismo efecto que en el cuerpo. En esta foto, tomada con película de alta sensibilidad, se quiso destacar el rostro, especialmente los ojos, haciéndolos aparecer de entre zonas oscuras, entre ellas, el propio cabello. La expresión es lejana, pero íntima, sugerente, de una belleza clásica, sabor años cincuenta tal vez. Los labios también oscuros, dan réplica a la intensidad de la mirada. El efecto digital de iluminación de foco ayuda a crear este marco oscuro así como la sensación de intimidad y lejanía dada en gran parte por el posicionamiento de la cámara detrás de la modelo, no delante, como pudiera parecer a simple vista.

F5.6, 1/500, ISO 3,200, sin flash, b/n:                        foco de tungsteno situado ligeramente a la derecha de la modelo.  Primer plano nétamente conceptual.  Tal como se explica en el texto que acompaña estas fotos, esta toma es un claro ejemplo de la idea por encima de lo solamente estético. La abstracción en la forma del rostro sujetado por las manos, así como la posición de la cámara, abren un sin fin de interpretaciones del espacio que propone la imagen.

F4.0, 1/70, ISO 100, sin flash, color:                    dos ventanas de luz para evitar sombras pronunciadas.  En la foto los “espejos del alma” están cerrados, lo que nos permite disfrutar en conjunto de la suavidad del rostro, el cabello, la expresión, sin la intensidad de una pupila azul que monopolice nuestra atención.  Es una foto sencilla, honesta, el cabello envuelve el rostro por efecto del aire (artificial), lo cual casa perfectamente con la suavidad general del tema.